Chicas... ¿jugamos?

Quédate en mi vida de Ava Campbell. Emocionado

Yuhu...

Mau??

Muy bien pricesa Excitación

, no vi la notificación de respuesta!! Hermosa esa historia

Mau escribió:: Muy bien pricesa , no vi la notificación de respuesta!! Hermosa esa historia

Si, es muy bonita. Emocionado

Sigo:
—Al diablo con todo esto, XY, no crea que esta situación me agrada mucho más a mí que a usted.
La verdad es que esta muchacha ya no es una adolescente que acaba de terminar sus estudios —le explicó lord ABUELO, con toda su parsimonia—. Antes era una criaturita de lo más simpática, siempre dispuesta a complacer a los demás. Pero ya tiene veintitrés años y, aparentemente, en el transcurso de los últimos tiempos ha desarrollado una personalidad propia y su poder de decisión es para tener en cuenta. A veces hasta se transforma en un estorbo, pero así están planteadas las cosas. Ya no puedo darle órdenes.
—Ya sabía cuál era su edad —dijo XY, cortante—. Y precisamente por eso pensé que se trataría de una mujer sensata y sociable.
—Oh, lo es —barbotó lord ABUELO de inmediato— definitivamente lo es. No querrá insinuar usted lo
contrario, ¿verdad? No es ninguna bobalicona sin cerebro, que suele tener ataques de histeria ni cosas por el estilo. —Su rostro encarnado y patilludo ardió con evidente irritación—. Normalmente, tiene muy buen carácter. Es muy agradable. Un ejemplo perfecto de modestia y gracia femeninas.
—Modestia y gracia femeninas —repitió XY lentamente.
El rostro de lord ABUELO se iluminó.
—Precisamente, milord. Modestia y gracia femeninas. Ha sido un gran consuelo para su abuela, desde la muerte de nuestro hijo menor y de su esposa, hace unos pocos años. ¿Sabe? Los padres de XX desaparecieron en el mar cuando ella cumplió los diecisiete. Ella y su hermana vinieron a vivir con nosotros. Estoy seguro que usted lo recuerda —Lord ABUELO carraspeó y tosió—. Ah, tal vez la noticia no llegó a sus oídos pues para esa época, usted estaba bastante ocupado con otras... eh... cuestiones.
XY concluyó que ese «otras cuestiones» había sido un elegante eufemismo con el cual lord ABUELO
había salido del aprieto en el que se había metido al traer a colación el recuerdo de una hermosa malvada llamada OTRA.
—Si su nieta es el claro ejemplo de todas esas virtudes que usted mencionó, ABUELO, ¿cuál es el problema que hay en convencerla para que acepte mi propuesta de matrimonio?
—Todo es mi culpa, asegura la abuela de la muchacha.
Lord ABUELO frunció sus espesas cejas en señal de desasosiego.
—Me temo que le he permitido leer demasiado y, según me habían dicho, no los textos más adecuados para ella. Pero como podrá imaginarse, no puedo decir a XX qué debe leer y qué no. No sé cómo un hombre puede llegar a eso. ¿Más clarete, XY?
—Gracias, creo que le aceptaré otra copa. —XX miró a su anfitrión, con las mejillas carmesí y trató de hablar con toda serenidad—. Confieso que no entiendo bien, ABUELO. ¿Que tiene que ver todo este asunto con las cosas que lee XX?
—Me temo que no he observado con demasiada atención las cosas que ella lee —murmuró lord ABUELO, tragándose su clarete—. Y si uno no repara en esos detalles, las mujeres jóvenes suelen formarse ciertos conceptos. Pero después que la hermana de XX murió, hace tres años, yo no he querido presionar demasiado a la pobre. Tanto su abuela como yo estamos muy orgullosos de ella. En realidad, es una muchacha razonable. No entiendo qué se le habrá metido en la cabeza para rechazarlo. Estoy seguro de que cambiará de parecer si sólo le da un poco de tiempo.

Lo leí ... pero no puedo recordar... Cabezazo

A mí también me suena, pero no caigo Berrinche

Un poco más. Wink

Lady ABUELA, que ese día había estado en cama desde temprano, al borde de un ataque de nervios, revivió completamente para la hora de cenar, cuando llegó a sus oídos la noticia de que su nieta había recapacitado.
—No sé qué mosca te había picado, XX —dijo lady ABUELA mientras examinaba el guisado escocés
que OTRO, el mayordomo, había presentado en la mesa. Durante las comidas, el hombre también reforzaba al personal doméstico actuando como un sirviente más—. Rechazar al conde es algo absolutamente incomprensible. Gracias al cielo que arreglaste todas las cosas. Permíteme decirte, jovencita, que tendríamos que sentirnos más que agradecidos de que XY sea tan tolerante con tus caprichos.
—Con esto tenemos un gran respiro, ¿no? —murmuró XX.
—Y —exclamó ABUELA desde la cabecera de la mesa—, ¿qué quieres decir con eso?
—Sólo que no he dejado de preguntarme por qué el conde habrá querido pedir mi mano, en primer lugar.
—¿Y por qué no habría de haberlo hecho? —preguntó lady ABUELA—. Eres una muchacha bonita y
provienes de una buena familia, respetable.
—Yo he tenido mi presentación en sociedad, abuela, ¿lo recuerdas? He visto lo hermosas que son las
muchachas de la ciudad. Ni punto de comparación conmigo. Hace cinco años no pude competir con ellas y no hay razón para creer que ahora suceda lo contrario. Tampoco tengo ninguna fortuna considerable como para ofrecer como dote.
—XY no necesita casarse por dinero —dijo lord ABUELA con toda sinceridad—. De hecho el dinero que ha ofrecido por el matrimonio es más que generoso. Extremadamente generoso.
—Pero él podría casarse por tierras, por dinero o por belleza si así lo quisiera —dijo XX pacientemente—. La pregunta que no he dejado de hacerme es por qué no lo ha hecho. ¿Por qué yo? ¡Qué encrucijada tan interesante!
—XX, por favor —dijo lady ABUELA con un tono de dolor—. No hagas preguntas tontas. Eres un encanto y bastante presentable.
—Encantadoras y presentables son cualidades que definen a la mayoría de las muchachas de la alta
sociedad, pero la ventaja que tienen muchas de ellas es que son más jóvenes que yo. Yo sabía que tenía que haber algo en mi favor para atraer la atención del conde de XY. Estaba interesada en descubrir qué era. Me resultó muy simple cuando me puse a analizarlo.

Seducción de Amanda Quick Question

sombra escribió:: Seducción de Amanda Quick

Sip, te toca. Wink

Ok aquí va trocito.

Bueno, su deseo se había hecho realidad: el tipejo desconsiderado estaba despierto.

—¿Qué diablos está haciendo? —ladró el tipo. Lucía un aspecto que daba miedo, con aquellos pantalones de algodón y aquella camiseta sucia, además de la siniestra expresión que ofrecía su rostro sin afeitar.

XX se volvió y se dirigió hacia el deteriorado par de cubos para poner la tapa al cubo del vecino.

—Recoger su basura —replicó.

Sus ojos despedían fuego. De hecho, estaban inyectados en sangre, como de costumbre, pero el efecto era el mismo.

—¿Se puede saber por qué se empeña en no dejarme dormir? Es usted la mujer más ruidosa que he visto...

La injusticia de aquello la hizo olvidar que le tenía un poquito de miedo. XX se acercó a él lentamente, contenta de llevar unos zapatos con tacones de cinco centímetros que la elevaban hasta ponerla a la altura de... su barbilla. Casi.

¿Y qué importaba que fuera un individuo grande? Ella estaba furiosa, y estar furiosa siempre ganaba a ser grande.

—¿Que yo soy ruidosa? —dijo con los dientes apretados. Costaba mucho subir el volumen con la mandíbula fuertemente cerrada, pero lo intentó—. ¿Que yo soy ruidosa? —Lo señaló con el dedo. En realidad no quería tocarlo, porque llevaba la camiseta desgarrada y manchada de... algo—. No fui yo la que anoche despertó a todo el vecindario a las tres de la madrugada con ese montón de chatarra que usted llama coche. ¡Cómprese un silenciador, por el amor de Dios! No fui yo la que cerró de golpe la puerta del coche una vez, la puerta de rejilla tres veces... ¿Qué pasó? ¿Se le olvidó la botella y tuvo que volver a buscarla? Ni tampoco fui yo la que se dejó encendida la luz del porche que se ve desde mi dormitorio y no me dejó dormir.

Él abrió la boca de nuevo. XX se olvidó de sí misma y llegó a tocarlo. Oh, qué asco. Ahora tendría que meter aquel dedo en agua hirviendo.

—Mañana le compraré un cubo de la basura nuevo, así que cierre el pico. Y si le hace algo al gato de mi madre, lo haré trocitos célula por célula. Le mutilaré el ADN para que no pueda reproducirse jamás, lo cual seguramente supondrá hacerle un favor al mundo. —Lo recorrió con una mirada fulminante que tomó nota de aquellas ropas sucias y harapientas, y la barbilla sin afeitar—. ¿Me ha entendido?

Él afirmó con la cabeza.

XX respiró hondo buscando un modo de controlar su arrebato de mal genio.

—Muy bien. De acuerdo, entonces. Maldita sea, me ha hecho decir tacos, y eso que intentaba no hacerlo.

Él le dirigió una mirada extraña.

—Sí, desde luego que tiene que vigilar esa mierda de lenguaje.

El hombre perfecto de L. howard.

Excelente libro

Sí, ese es Cotetinha Yupy!!

. Te toca

A mi este libro me encanta Excitación

mo lo lei , me lo apunto ,

—Tal vez sea usted quien debería salir corriendo.
—¿Y eso?
—He estado en la cárcel —le anunció, mirándola fijamente a los ojos—. Es mejor que lo sepa desde el principio.
Esperaba señales rápidas de rechazo. Pero E.D. sólo frunció la boca y comentó en tono de mal genio:
—Quítese el sombrero para que pueda ver con qué clase de hombre estoy hablando.
Se lo quitó despacio y, al hacerlo, dejó al descubierto un semblante carente por completo de expresión.
—¿Por qué lo encerraron? —preguntó entonces E.
Por la forma nerviosa en que W. se golpeaba el muslo con el ala del sombrero, notó que quería volver a ponérselo. Le gustó que no lo hiciera.
—Dicen que maté a una mujer en un burdel de Tejas.
La respuesta la dejó atónita, pero era tan buena como él poniendo cara de póquer.
—¿Lo hizo? —Seguía con la mirada fija en los ojos inmutables de W.P. El control. La inexpresividad. Vio cómo la nuez se le movía al tragar con fuerza.
—Sí, señora.
—¿Tenía un buen motivo para hacerlo? —preguntó, reprimiendo de nuevo su sorpresa.
—Eso creía entonces.
—Bueno,W.P. ¿planea hacerme lo mismo a mí? —dijo sin rodeos.
La pregunta pilló por sorpresa a W., que esbozó una media sonrisa.

—No, señora —contestó tranquilamente.

E. lo miró fijamente a los ojos, se acercó un par de pasos a él y decidió que no tenía aspecto de asesino y que tampoco se comportaba como si lo fuera. Desde luego, no era ningún mentiroso, tenía los brazos de un hombre muy trabajador y no iba a darle la lata hablando por los codos. Con eso le bastaba.

—Muy bien. Puede entrar en la casa entonces. ¿No dicen que estoy chiflada? Pues vamos a darles motivos para que lo hagan.

No me suena ese trozo Pensar

Ja, este es uno de mis libros preferidos, y me lo sé enterito.
Maravilla de Spencer. enamorado

Llegué tarde!!!! Maravilla es una maravilla de libro!

Siii!! también es uno de mis preferidos, Will... Emocionado

Tu turno Pricesa

Lady XX se retorció hasta librarse de su asimiento.
-No podéis pensar en serio que tenía intención de cortarle el cuello a vuestro hermano.
-Os he visto con mis propios...
-Intentaba cortarle la túnica.
XY estudió su mirada aparentemente cándida, luego miró a su hermano, tumbado sobre el jergón con sus ropas empapadas en sangre.
-¿Pensáis -preguntó ella- que si tuviera intención de asesinar a vuestro hermano lo haría justo delante de vos?
Un buen argumento, tuvo que admitir XY. Ella se arrodilló y recogió el cuchillo del suelo cubierto de juncos. XY se agachó y se lo arrebató de las manos.
-Yo lo haré.
Lo más probable era que dijera la verdad. Si no, era una mentirosa consumada. Pese a todo, mejor se reservaba cualquier juicio sobre su carácter y le retiraba el derecho a esgrimir cuchillos cerca de su hermano, hasta que la conociera un poco mejor. La rabia relumbró en los ojos de lady XX, pero retrocedió dejándole sitio para maniobrar. Mientras X cortaba la pesada lana de la túnica de su hermano, ella retiró los pedazos y se los tendió a la doncella rolliza, OTRA. La camisola interior de
HERMANO se rasgó con facilidad. Ella desprendió con gran cuidado el tejido manchado de carmesí que cubría el costado herido. Sus manos eran las de una mujer que pasaba los días trabajando. Parecían fuertes y diestras, e incluso levemente endurecidas por el trabajo, pero de una forma delicada.
No tenía anillos y llevaba las uñas sin arreglar.
-¿ Con qué arma hicieron eso? -preguntó mientras examinaba la atroz herida.
-Fue una especie de mazo, con un punzón en lo alto.
XX hizo un gesto de reconocimiento.
-Es una herramienta de labranza. La usamos para clavar estacas y desmenuzar la tierra. ¿Cuántos hombres eran?
-Sólo dos, pero nos atacaron por sorpresa. Surgieron del bosque a una milla de aquí, siguiendo el camino. Uno llevaba ese mazo y fue directo a por HERMANO. El otro llevaba una honda. -Se tocó el brazo izquierdo en la parte superior, donde le habían alcanzado, y contuvo el aliento cuando el bulto endurecido palpitó de dolor.

No me suena Pienso

Un poco más.
Cuando regresó a la cama, XY dijo:
-Quitaos eso.
Se quedó paralizada, la expresión de alarma se transformó en otra cosa. ¿Resignación? Anticipación? Se llevó una mano tremulosa al corpiño de su camisón y empezó a soltar la cinta rosa.
-Eso no. -Le detuvo la mano, luego puso un dedo bajo la cadena que le colgaba del cuello-. Esto. No tengo ganas de escuchar el tintineo de estas llaves durante toda la noche.
La mirada de XX se iluminó levemente con algo que podría haber sido alivio, o tal vez sencillamente desconcierto.
-Como queráis, mi señor. Bajó la cabeza, se sacó la cadena y la dejó sobre la mesilla; luego agitó su lustrosa melena.
«Como queráis, mi señor.» No le quedaba ninguna duda de que si se ponía encima de lady XX, ella se quedaría quieta y consentiría lo que fuera. Consideraría su obligación acceder a las necesidades de su esposo, apretaría los dientes y lo haría. No importaba que su marido fuera el temido Dragón Negro, asesino de sajones, y que ella se encogiera de miedo sólo con que la rozara. Cumpliría con su deber, si él la quería, la tendría.
Y, oh, cómo la deseaba. Pero no si accedía sólo porque creía que no tenía otra opción, o peor aún, por miedo. Se apoyó en su lado de la cama, apagó la vela de un soplido, y dejó la alcoba sumida en la luz de la luna. Se tumbó y se ajustó las mantas por encima, y lady XX hizo lo mismo.
Durante un rato permanecieron echados el uno al lado del otro en la oscuridad, con el único sonido de su respiración. Él aspiró su calor, su aroma. Se preguntó en qué estaría pensando y cómo reaccionaría si la cogiera en sus brazos.
-¿Os doy miedo? -le preguntó en voz baja.
Pasaron unos largos instantes, y empezó a preguntarse si se habría dormido.
Finalmente, ella dijo:
-Un poco.
Un poco era suficiente.
-Buenas noches. -Se puso de costado mirando hacia el otro lado y agarró su almohada.
-Buenas noches, mi señor -dijo ella a continuación, y se dio media vuelta en la otra dirección.

AMar a un caballero de Nicole Jordan

no lo lei,

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