Tres decididas jóvenes juran darles su merecido a los tres peores libertinos de todo Londres... pero cuando estos granujas le dan la vuelta a la tortilla, ¿quiénes aprenderán realmente una lección sobre el amor?
Érase una vez, que el famoso Vizconde Tristan Dare despojó con su encanto a Lady Georgiana Halley de su inocencia —¡Nada menos que para ganar una apuesta!— y ahora debe pagar un elevado precio. El plan es simple: usará todos los trucos de seducción que conoce para ganar el corazón de Dare... y romperlo. Pero su ardiente mirada tienta, una vez más, a Georgiana a ceder al deseo... y cuando él la sorprende con una proposición de matrimonio, ella se pregunta si él está jugando de nuevo o si esta vez es realmente amor.

Los cotilleos de la sociedad le llaman “El Santo”—pero Michael Halboro, Marqués de St. Aubyn se ha ganado sobradamente su reputación como el más notorio libertino de Londres. Evelyn Ruddick, una dama de increíble belleza, sabe que tendría que evitarle a toda costa, pero quiere ayudar a los niños del orfanato del Corazón de la Esperanza, y él dirige la junta de la fundación. Evie está decidida a enseñar a este hombre, encantador y arrogante, una lección sobre la compasión, pero no será tan sencillo... sobre todo desde que su contacto inflama su deseo, haciendo que Evie anhele rendirse a sus apasionadas enseñanzas...
La idea de unirse a su “proyecto” es impensable, pero esta encantadora mujer se niega a rendirse. Y, ¿qué otra cosa puede hacer un libertino que se precie sino seducir a la dama? Pero muy pronto será él quien caiga seducido por el tierno corazón y los violentos sonrojos de Evie. ¿Podría la tentación de las largas y apasionadas noches pasadas en sus brazos lograr lo imposible? ¿Podría el infame “santo” ser reformado finalmente?

Lucinda es la última de las tres amigas que se ponen de acuerdo en cambiar las tornas con los libertinos más incorregibles de Londres. Pero en ningún momento pensaron que encontrarían el amor. Con sus dos mejores amigas felizmente casadas, Lucinda Barrett comprende que no puede aplazar sus planes. El granuja al que espera educar debe ser alguien que mantenga su vida equilibrada y tranquila... y ese alguien definitivamente no es Robert Carroway. El guapo y melancólico héroe de guerra es demasiado complicado y rechaza a la sociedad londinense y sus trivialidades. Aún así, cuando Robert se ofrece a ayudar a Lucinda en su misión de reformar y casarse con un aristócrata más adecuado resulta una agradable sorpresa. Ójala pueda resistirse a la sensual atracción de los ojos asombrosamente azules de Robert... y al intenso fuego interior que desprende y la deja sin aliento.

Lucinda quiere un esposo, no un amante apasionado e irresistible que puede poner su mundo pastas arriba con un profundo y largo beso. Y su corazón le dice que este hombre puede ser el más desastroso de los peligros... y el más estimulante amor que jamás conocerá.

del secuestro del Seductor me dejó

casi todas las escenas con las tías ¡menudas liantas!

Cuando Bit baila con su hermano