Año 1898. La ciudad de Dawson, en el remoto territorio del Yukón, en Canadá, se ha convertido en el destino de miles de hombres y mujeres en busca de oro. Entre ellos, Cooper Mackenna solo desea olvidar a la mujer que lo traicionó. Pero su pasado está a punto de volver cuando Lilianne Parker reaparecezca en su vida.

Ésta es una novela dividida en cuatro partes que cuenta la historia de un reencuentro tras nueve años de separacion. Si bien es bastante larga, no me ha dado esa impresión durante la lectura, pues me ha resultado muy amena e interesante.

Solo la ambientación ya me llamó la atención, pues es un territorio casi inexplorado en la novela romántica, pero ha sido una grata experiencia. Las descripciones me han transportado al Yukón y he sentido el frío y la aridez del paisaje. Además, se narra un encuentro, con lo que me gusta esa temática.

La historia no se apoya en exceso en los flashbacks de la relación juvenil de la pareja, cosa que he agradecido, porque quería saber cómo se desarrollaba el presente. Ese romance pasado se conoce a través de recuerdos de breves diálogos, en las conversaciones de los protagonistas y en sus sentimientos desesperados de anhelo.

Es obvio desde el principio que estaban muy enamorados y que todavía lo están, por lo tanto me intrigaban las razones de esa separación. Eso le ha dado un toque de misterio que se ha ido desvelando poco a poco a lo largo del libro.

Los protagonistas son fuertes a la vez que vulnerables y eso les ha dado un halo de ternura.

Lilianne es una joven de buena familia sin contacto con sus parientes, excepto con su amorosa tía, que se dedica a ayudar a un médico en los barrios bajos haciendo las tareas de enfermera. Es la que da el primer paso y va al encuentro de Cooper, pues tiene preguntas y mucho que decir. Me ha parecido un personaje muy fuerte, su evolución de chica frágil a mujer fuerte es un reflejo del cambio de época que enmarca a la trama.

Cooper vive solo en Canadá con sus perros, en una cabaña, y un puñado de personas que se pueden contar con los dedos de una mano son el único contacto humano que tolera. Puede pasar días, o semanas, con la única compañía del sonido del viento, lo único que rompe el silencio e impide recordar la voz de Lily, lo que le llevaría a evocar sus labios.

Una vez empieza a desvelarse el misterio de la separación no resulta una historia original en su contenido, pero la ambientación, ayudada del carisma de los personajes, la da un toque diferente.

El amor que sintieron sigue ahí, pero el rencor y el dolor de dos corazones heridos no deja que salga a flote por miedo a volver a sufrir. Pero es inevitable cuando comprenden la verdad de su corazón. Han cambiado, son personas más fuertes, más valientes, también más duras, pero lel amor sigue ahí y esta vez no lo quieren dejar escapar.

Los secundarios vienen y van. Es una historia larga y los personajes son como el paisaje: cambiantes. Buenas y malas personas que ayudan en el crecimiento de los protagonistas y en su relación.

El final no es precipitado y la trama avanza a buen ritmo, cosa que me ha encantado. El epílogo, en forma epistolar, ha sido muy bonito, con un toque nostálgico.

Sólo había leído un libro de Marisa Grey, fue un agradable descubrimiento, y sólo por ser obra suya me interesó esta historia. Ha resultado una buena elección, llena de aventuras en el territorio del Yukón y San Francisco que se lee en un suspiro.