Marco Bermal es el mejor fotógrafo de bodas del país, aunque no mucha gente lo sepa y él en realidad no quiera serlo. Marco preferiría dedicarse profesionalmente a buscar musas y fotografiarlas artísticamente, pero se ve obligado a retratar bodas por culpa de un desafortunado incidente en el que su prestigio quedó por los suelos. Sin dinero, viviendo de prestado en casa de un amigo, y en una situación desesperada, la oportunidad de volver a ser respetado en el mundo de la fotografía se le presenta cuando le encargan el reportaje de la boda de una pareja de la alta sociedad, Gloria y Rubén.

Por desgracia todo se complica rápidamente y Marco se encuentra en medio de una desquiciada carrera por salvar la boda de Gloria de todos los desastres que amenazan con provocar su cancelación (y fastidiar su plan de limpiar su reputación): una wedding planner en estado de histeria, un tiempo desastroso, una familia muy reticente, un ayudante torpe, una novia que no está segura de si hace lo correcto y un fotógrafo que ve tambalearse su fuerza de voluntad.

Esta novela lleva el sello particular de Rebeca Rus, si habéis leído «Ginebra para dos» entenderéis a qué me refiero. Ese sentido del humor tan irónico, tan sutil que caracteriza a sus libros está muy presente en esta nueva historia.

Con su estilo directo nos lleva por un camino de guiños y referencias, si en su anterior libro gran parte de ellos se centraban en el mundo de la publicidad, esta vez lo hace en el mundo de la fotografía y de la organización de bodas.

Es facil la comparación con la tetralogía sobre el mismo tema de Nora Roberts, en especial con el primer libro de la serie, que también se centra en la fotografía. Sin embargo, el tratamiento hacia el tema nupcial es completamente opuesto, en esta boda no pueden pasar más desastres y casi sirve de guía retorcida para preparar una boda. Por eso no es recomendable para novias histéricas.

El verdadero protagonista en esta historia es Marco, el carismático, pero caído en desgracia, fotógrafo por casualidad de esta boda. Marco es el narrador de la historia y la novela se centra, principalmente, en explicar cómo Marco debe hacerse cargo de todo por un cúmulo de circunstancias al ser el máximo interesado en que la boda llegue a buen puerto.

Poco a poco también vamos conociendo a Marco y lo que llevó a un fotógrafo que busca el arte y la belleza a través del objetivo a retratar bodas. Y en el camino sigue buscando a su Musa.

Se trata de un libro donde los personajes distan mucho de ser perfectos, y en especial el protagonista. Pero es el único que nos desnuda su alma, si bien no he estado de acuerdo con algunos de sus actos, sí que he llegado a empatizar con él en cierto modo.

También tenemos una chica en la novela, pero eso es algo secundario. El romance no es el punto fuerte del libro, es una relación que no es fácil de creer y hay que tomarlo como el flinal feliz que Marco merece después de cerrar un círculo. No es el tema central del libro.

Los personajes secundarios son de lo más variopinto, pero me han gustado Nachete y al pequeño Fede. Son de los pocas personas amigables que encuentra Marco.

Puede que la historia sea un poco larga para la trama que cuenta, el sentido del humor que plantea la autora no es fácil de mantener en una novela que pase las trescientas páginas, pero una vez llegado el momento de la verdad hay tal caos que quieres saber cómo va a salir todo.

Estamos ante una historia de temática chick lit contada por un narrador masculino, con un tema que en otras novelas podría resultar empalagoso porque gira en torno a una boda casi por completo, pero acaba resultando todo lo contrario. Con un sentido del humor que gustará a las admiradoras de Rebeca Rus, que no provoca carcajdas pero sí sonrisas de complicidad con Marco.

No es el tipo de novela que suelo leer, pero el buen sabor que me dejó el último libro de la autora y la divertida portada me convenceieron para darle la oportunidad.