Empezó a besarla con cautela, con movimientos suaves y llenos de sensualidad, pero, aun así, la joven no le devolvió el beso. Al menos no hasta que su lengua le lamió el labio inferior a la vez que empujaba las caderas contra las suyas, haciéndola jadear y abrir la boca para él. Sin perder ni un segundo, Kynan le introdujo la lengua. La humedad e intensidad de aquel contacto hizo reaccionar a Gem, que se convirtió en parte activa del beso.

Un ardiente deseo se apoderó entonces de la sangre de la joven, relajándola de tal modo que cuando Kynan deslizó la boca a lo largo de su mandíbula y su cuello, ella echó la cabeza hacia atrás para proporcionarle un mejor acceso.

-Más - susurró él contra su piel.

aiiiiii mi madreeeeee! que escenaaaa, solo que me hubiera gustado que Gem le diera calabazas por un tiempo, por bobo

no puede seerrrrrr pero que carajo para son este hombre por Dioosss

La sangre de Reaver fluyó por sus muñecas mientras se arrodillaba en el monte Har Megiddo. Su sangre no era la primera que se derramaba en aquel lugar, ni sería la última. En aquel monte se habían librado un sinfín de batallas desde tiempos inmemoriales, y el valle que había a sus pies se convertiría algún día -quizás antes de lo que nadie se imaginaba- en el enclave decisivo donde tendría lugar la última confrontación entre el Bien y el Mal.

El ciello estaba completamente oscuro, cubierto de negros nubarrones. Reaver había provocado al bando celestial con su mera presencia... y su petición.

Esperó pacientemente mientras su sangre formaba regueros que serpenteaban a lo alrgo de la tierra endurecida y de los irregulares guijarros. Diminutos puntos negros empezaron a oscurecer su campo de visión y las náuseas se apoderaron de su estómago. Si nadie hacía acto de presencia pronto, podría morir, y aquélla no era la forma en la que quería irse de este mundo.

Todo ángel caído que drenara voluntariamente su sangre sabía que sufríría un tormento eterno a manos de las huestes de Satán. Y lo que era aún peor para Reaver: perdería cualquier oportunidad de volver al Cielo.

-¿Te atreves a convocarme?

La voz resonó a través de la cabeza del ángel caído, retumbando dolorosamente en sus oídos.

Reaver no alzó la vista hacia la propietaria de aquella celestial voz, la bella ángel Gethel. En su actual condición no se le permitía mirar a nadie que continuara sirviendo a Dios, así que mantuvo los ojos fijos en el suelo cubierto de sangre. Su sangre.

-Consideré que el asunto merecía vuestra atención -contestó con cautela.

-Seré yo quien juzgue si es digno o no de nuestra atención.

Reaver sintió un súbito mareo y se preguntó si Gethel dejaría que se desangrara.