Chicas... ¿jugamos?

Que curioso Pensar

No lo he leído, seguro Juntar dedos

yo tampoco

Nunca he leído libros de mafiosos Pensar

Bueno si algunos, pero están en ingles

Pista: Iniciales de la autor L.H.

Mañana subo otro trozo si no lo adivinan antes...

El ángel de la muerte de Linda Howard Question

pricesa escribió:: El ángel de la muerte de Linda Howard

Muy bien Pricesa, te toca!!!

Voy a buscarlo Pensar

XY observó cómo aquella asombrosa visión atravesaba la estancia y plantaba las manos en su escritorio mientras lo fulminaba con la mirada.
—Mire, todo lo que necesito es una llave inglesa —dijo enérgicamente—. Présteme una. Véndamela si quiere. No importa. Si no arreglo ese coche, acabaré teniendo que hacer autostop. ¿Tengo pinta de querer hacer autostop? —Extendió los brazos al tiempo que se incorporaba, le dirigió una angustiada mirada con sus hermosos ojos grises y apretó los labios rosados al darse cuenta de que el mecánico se acercaba por su espalda.
—No, señora, no la tiene. —XY negó con la cabeza, deslizando la mirada por su figura antes de volver su atención al mecánico—. ¿Hay alguna razón por la que no podamos revisarle el coche? —le preguntó al otro hombre.
AYUDANTE entrecerró los ojos.
—El taller está completo, jefe, ya se lo he dicho.
—Sólo una llave inglesa —gruñó ella entre dientes—. Sólo préstenme una maldita llave inglesa.
Parecía frustrada. Tenía la frente cubierta de sudor y las mejillas relucientes. Pero la expresión de su rostro se relajó cuando logró controlar sus emociones.
—Escuche. —La joven había suavizado la voz, y él quedó cautivado. Allí, ante la voz de aquella dulce y hermosa sureña, XY perdió el corazón—. Sólo necesito un poco de ayuda. Se lo juro. Si me deja en la estacada llegaré tarde a una entrevista de trabajo. Le prometo que no le robaré demasiado tiempo.
La joven sonrió, y él sintió que el mundo se movía bajo sus pies. Aquellos labios se curvaron dulcemente, con una mezcla de nerviosismo, frustración y preocupación, y se mantuvieron así. Pero le había sonreído y ese simple gesto había conseguido que XY volviera a sentirse como un adolescente.
Se levantó del escritorio y señaló la puerta con la mano.
—Muéstreme el coche. La ayudaremos a ponerse en camino.
—Pero jefe, estamos hasta arriba —protestó AYUDANTE.
XY lo ignoró y observó cómo la joven se giraba y lo precedía hasta la puerta. Su mirada se demoró en el trasero femenino mientras ella caminaba y fue la más hermosa de las visiones. Le hormiguearon las manos por las ganas de tocarla. Ardía en deseos de acunar aquellas curvas y sentirlas bajo los dedos.
—Me llamo XX. —La joven le brindó una sonrisa por encima del hombro—. De veras, no sabe cuánto le agradezco lo que está haciendo.

Pricesa, habías puesto fragmento donde no correspondía... ^^º

Ahora sobre el nuevo fragmento... Se me hace conocido Pensar

"La cara oculta del deseo" de lora leigh

Maryss28 escribió:: Pricesa, habías puesto fragmento donde no correspondía...

De verdad? Shocked

Y donde lo puse? Question

cotetinha escribió:: "La cara oculta del deseo" de lora leigh

Sip, tu turno. :perfecto:

Lo pusiste en el juego del dios del sexo Jiji

Un despiste Wink

jajaja este lo conocia

Busco y Pongo Wink

Acá va...

VETERINARIA se quedó boquiabierta al entrar en la sala de reconocimiento, aunque no sabía cuál de las dos criaturas que había allí le alarmaba más.

¿El pequeño manojo tembloroso de piel y huesos que andaba por el linóleo soltando orina con las uñas largas y los ojos saltones, o el hombre de metro ochenta con un elegante traje que estaba girando su cabeza rubia con un ojo gris metálico entrecerrado como si estuviera apuntando directamente a sus glándulas hormonales?

—Buenos días, caballeros. Soy la doctora VETERINARIA —sacó una mesa de reconocimiento portátil de la pared y tomó aire antes de volver a mirarlos—. Parece que tenemos algunos problemas.

—Así es —la voz del tipo era tan rígida como su postura—. Y me temo que son potencialmente graves.

Asintiendo, VETERINARIA miró del hombre al perro —sí, había sido la primera de su clase y estaba casi segura de que el animal que estaba en el suelo era un perro— y de nuevo al hombre.

Era la pareja canino‑humana más grotesca que había visto en su vida, y había visto unas cuantas.

Esos dos eran como Butch Cassidy y St. Vitus' Dance Kid. Mod y Hairless. Batman y Robin.

—Me alegro de que hayan venido a verme. —VETERINARIA se dio la vuelta para lavarse las manos y sintió en su nuca los ojos del tipo, que siguió mirando mientras se agachaba para coger al perro, le ponía en la mesa de acero inoxidable y contemplaba su carita asustada.

—¿Qué ocurre, PERRITO?

Ya tenía una idea aproximada. El cuestionario para nuevos pacientes decía que PERRITO era un crestado chino adulto de edad desconocida, tres kilos temblorosos de ansiedad e incontinencia. Su dueño —un consultor empresarial llamado BUENORRO según el impreso— había sido remitido por un colega de Baltimore a su Clínica de Comportamiento Animal de Wit's End.

—Vamos a echar un vistazo, pequeñín —se inclinó un poco más y rascó al perro detrás de una oreja rizada como la de Yoda. Con un suspiro, VETERINARIA quitó el collar de afiladas púas de metal que tenía el perro alrededor del cuello y observó cómo los ojos oscuros de PERRITO se llenaban de alivio.

Y se preguntó qué clase de idiota pondría un collar de púas a una criatura tan frágil y asustada como aquella.

Al ponerse derecha sus ojos quedaron a la altura de la corbata roja del idiota.

—Señor Id… BUENORRO —dejó que su vista recorriera la barbilla bien afeitada y la boca pálida y severa. Examinó la leve curva de su nariz, que indicaba que estaba familiarizado con los puñetazos, y luego se fijó en sus penetrantes ojos plateados. Sobre la ceja derecha tenía una pequeña cicatriz con forma de punto y coma…

—Este collar de púas podría hacer daño a una raza enana, señor BUENORRO—lo echó a la papelera con un sonoro golpe—. E infligir dolor no es la mejor manera de conseguir que un perro camine a su lado, ni siquiera los más grandes y agresivos. Además… —le miró desde la punta de la nariz hasta las puntas de sus pestañas doradas y sonrió—. Yo diría que es capaz de controlar a PERRITO sin la ayuda de unos pinchos de metal.

BUENORRO estaba muy tieso cerca de la mesa de reconocimiento, consciente de que le estaban examinando. Esa psiquiatra de animales había estado metiéndose con él desde que había entrado allí, y no le gustaba mucho.

¿Cómo diablos iba a saber qué tipo de collar debía comprar? Si se pasaba la vida planeando asesinatos sangrientos con adúlteros y psicópatas, no tenía exactamente tiempo para ocuparse del equipo del Club Canino de Traseros Feos.

—Gracias por esa información —dijo con tono categórico.

Después, por alguna extraña razón, BUENORRO sintió la necesidad de demostrar a aquella mujer que no era tan insensible. Y se acercó para acariciar la cabeza de PERRITO como suponía que lo haría cualquiera que tuviese una mascota.

El perro se encogió con cada zarandeo.

—¡Señor BUENORRO! —VETERINARIA le agarró la muñeca, que resultó ser un sólido nudo de calor, músculo y hueso—. ¿No podría ser un poco más suave?

Entonces se miraron fijamente.