Este es el segundo libro, sin tener en cuenta la precuela, de la serie "Nobleza al desnudo". Aquí conocemos a Charles, un hombre bastante estoico que cree que con sus argumentos de "Eres algo vieja y bueno... supongo que quieres tener hijos... Además... Pues... es bastante atractiva para mí la idea de que me des un heredero" puede lograr que Emma se case con él. Lamentablemente, ella no se siente conmovida por sus estimulantes argumentos, ella desea su amor, ha estado enamorada desde los seis años. Por eso, siempre lo seguía como su sombra a pesar de los amigos de Charles e, inconscientemente, ha esperado por él veinte años. Claro que no se conformará con ser una marquesa embarazada y abandonada en el campo mientras su marqués se va a disfrutar a Londres...

Al rechazar a Charles, Emma también está viendo por los intereses de sus dos pequeñas sobrinas, Isabelle, que para ser una niña de nueve años se comporta como una señorita de dieciocho, y la pequeña Claire, quien, al igual que su seria hermana, está ansiosa de cariño paternal y maternal. Charles debe entender que no puede llegar, entusiasmarla a ella y a sus sobrinas con la idea de una familia, y luego abandonarlas. 

Si hubo algo que no me gustó del libro fue el hecho de que Charles quisiera casarse con Emma sólo para tener las cosas más fáciles. Él sabía de los sentimientos de ella; de hecho, intentó aprovecharse de eso en su favor. Además, sentí que se dio cuenta de que la amaba de un modo predecible y poco convincente. A pesar de eso, es un libro bastante interesante, me gustó más que el primer libro de la serie, aunque ambos son bastante rápidos y fáciles de leer, sólo que este segundo libro es un poco más gracioso en cuanto al argumento. En este caso, Charles debe aprender lo que es el amor, entender que quiere a Emma no sólo para que le dé su heredero sino porque la necesita a su lado; por otro lado, también aprende lo que es ser padre. Él no quería ser marqués, pero después de la muerte de su hermano tiene que afrontarlo y cuidar de sus sobrinas, el deber se convierte en placer y sólo así todos encontrarán la felicidad.