Chicas... ¿jugamos?

Premio!!!

Ya dije que lo iba a poner facilito... Hala! te toca Chicas... ¿jugamos? - Página 3 309406

Buenas tardes, señor XY —murmuró, dirigiéndose a él con la formalidad que la mayoría de los matrimonios utilizaba en publico—. Espero que haya disfrutado de su paseo. —Cediendo a un gesto travieso, le mostró sus cartas—. Mire la mano con la que tengo que jugar. ¿Me puede dar algún consejo útil?
Él deslizó las manos por los costados de la silla e inclinó la cabeza para murmurarle al oído:
—Sí, termina rápido la partida.
Consciente de las miradas curiosas de las demás mujeres, XX mantuvo una expresión imperturbable, incluso cuando noto que el rubor comenzaba a teñirle el cuello.
—¿Por qué? —preguntó, con la boca de Simón aún pegada a su oído.
—Porque voy a hacerte el amor dentro de cinco minutos exactamente —le susurró—. Ya sea aquí..., en nuestra habitación..., o en las escaleras. Así que si quieres un poco de privacidad, te sugiero que pierdas esta partida deprisa.
«No se atrevería», pensó XX, a quien se le había desbocado el corazón por la alarma. Claro que, conociendo a Simón, siempre existía la posibilidad...
Con ese pensamiento en mente, XX soltó una carta con dedos temblorosos. La siguiente jugadora se tomó un agónico y extenso lapso de tiempo para elegir una de sus cartas, y la siguiente se detuvo para intercambiar un par de comentarios jocosos con su propio marido, que acababa, de acercarse a la mesa. Consciente de que una fina capa de sudor comenzaba a cubrirle el pecho y la frente, XX pensó varias formas de dar por terminado el juego. La voz de la razón acudió en su auxilio al caer en la cuenta de que, sin importar lo audaz que fuese Simón, no se atrevería a asaltar a su mujer en las escaleras del hotel. No obstante, la voz de la razón se desvaneció cuando él consulto su reloj de modo deliberado.

—Te quedan tres minutos —murmuró con voz queda junto a su oído.
Sin saber muy bien cómo, y presa de la agitación, XX fue consciente de que su cuerpo respondía a la ronca promesa que encerraba la voz de XY cuando sintió que entre sus muslos se despertaba una vergonzosa sensación palpitante. Juntó las piernas con fuerza y aguardó con forzada compostura a que le llegara el turno, a pesar de que su corazón latía desbocado. Las jugadoras conversaban con indolencia, se abanicaban y pedían a los camareros que les sirvieran más limonada. Cuando por fin le llegó el turno, arrojó la carta de más valor y tomó otra. Para su alivio, la nueva carta carecía de valor, por lo que arrojó las cartas que le quedaban sobre la mesa.
—Me temo que estoy fuera —dijo, aunque tuvo que esforzarse para disimular la inestabilidad de su voz—. Ha sido una partida de lo más agradable... Se lo agradezco, pero ahora debo marcharme... —Quédese a jugada siguiente ronda —sugirió una de las damas, petición a la que el resto se sumó.
—Sí, quédese.
—Al menos, tómese una copa de vino mientras terminamos esta mano...
—Se lo agradezco, pero... —XX se puso en pie y emitió un gemido casi inaudible cuando sintió la mano de XY sobre su espalda. Sus pezones se endurecieron bajo el vestido—. Me temo que estoy exhausta tras el baile de la noche pasada —improvisó—. Debo descansar un poco antes de asistir al teatro esta noche.
Seguida por un coro de despedidas y por varias miradas significativas, XX trató de abandonar el salón con aire digno. Tan pronto como llegaron a las serpenteantes escaleras que conducían a los pisos superiores, XX dejó escapar un suspiro de alivio y le dirigió a su marido una mirada reprobatoria.
—Si lo que querías era avergonzarme, lo has hecho muy bien... ¿Qué estás haciendo? — El vestido se le había aflojado a la altura de los hombros y cayó en la cuenta, desconcertada y sorprendida, de que XX le había desabrochado varios botones—. XY —siseó—, ¡no te atrevas!¡No, para ya! —Trató de alejarse de él, pero la alcanzó sin problemas.
—Te queda un minuto.
—No seas tonto —le dijo sin más—. De ningún modo podremos llegar a la habitación en menos de un minuto y tú no... —. Dejó la frase a la mitad, soltó un pequeño chillido al notar que XY le desabrochaba otro botón y se giró para apartar las traviesas manos de su marido.

El nombre de él se dice varias veces, creo que sé cual es pero me voy a clases ahora mismo Chicas... ¿jugamos? - Página 3 653327

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Me suena...

Secreto de una noche de verano de la kleypas?

Es que editar textos en el móvil no se me da muy bien!

Dale Pipa ese es te toca :perfecto:

yo también creo que es ese... es que la Kleypas me puede... Chicas... ¿jugamos? - Página 3 653327

Va mi trozo:

—Hola —dijo, recordando el consejo que HERMANA le había dado.

—Hola —respondió XY, con una sonrisa.

—Papa, Niña y yo podemos patinar juntas a partir de ahora —anunció HIJA—. XX y tú podéis sentaros si queréis.

—Gracias a Dios —replicó XY mientras observaba cómo las dos niñas se marchaban—. Bueno, ¿crees que podremos llegar a uno de los laterales?

—Tal vez yo tenga que apoyarme sobre ti.

—Si tú te apoyas sobre mí y yo sobre ti, creo que podremos conseguirlo —dijo él, agarrándola de la mano.

XX se sentía en un curioso estado de limbo mientras se quitaba las botas. Casi no podía creer lo que estaba ocurriendo. Durante un rato, permaneció sentada al lado de él, reviviendo lo que había sentido al notar la mano de XY agarrando la suya. Al fin, decidió tomar la palabra.

—¿Preparó Niña todo esto?

—Creo que fue más bien un esfuerzo conjunto. Me parece que HIJA escogió el sitio.

—Entonces, ¿tú lo sabías?

—Hasta ayer no me enteré. Me imaginé que estaba tramando algo cuando fui a recogerla a casa de Niña. Conocí a tu hermana. Es muy agradable.

—¿HERMANA también lo sabía? —preguntó XX, recordando el brillo que había visto en los ojos de su hermana y comprendiendo por fin el significado del «buena suerte» que le había dedicado.

—No creo que hiciera mucho tiempo. Lo prepararon las niñas. Estaban seguras de que los dos estábamos muy tristes y decidieron hacer algo al respecto.

—¿Has estado tú triste?

—Sí... —confesó él, mirándola a los ojos—. Te he echado mucho de menos, XX. Te he echado de menos más de lo que creía posible.

—Yo también te he echado de menos —admitió ella. Cuando XY extendió la mano, ella se la agarró y la sujetó muy fuerte.

—Estoy enamorado de ti, XX. Creo que llevo enamorado de ti desde que te sentaste en nuestra terraza aquella mañana. Respiraste profundamente para olfatear el café, me sonreíste y yo me perdí.

—¿Por qué no dijiste nada?

—No quería admitirlo, ni siquiera conmigo mismo. No quería enamorarme. Había decidido que iba a dedicarme en cuerpo y alma a HIJA y me sentía culpable por pensar en alguien que no fuera exclusivamente ella. Sin embargo, me resultaba tan difícil cuando tú estabas presente, sonriendo... Resultaba tan fácil estar contigo... Me aferré a la idea de que todo era fingimiento y que no significaba nada cuando te besaba, pero cada vez me iba resultando más difícil recordar que no era real.

—Lo sé —susurró XX, entrelazando los dedos con los de él.

—¿De verdad?

—Sí, XY. Sé exactamente cómo es enamorarse de alguien cuando menos lo esperas, cuando ni siquiera deseas hacerlo. Cuando crees que simplemente están fingiendo estar enamorados de ti.

—Yo no creí que tú pudieras estar enamorada de mí, XX. Pensé que sólo estabas fingiendo.

—Ahora no —afirmó ella, con una hermosa sonrisa en los labios.

Ufff, esa me suena un montón Juntar dedos

!!

Lo peor es que la he leido... pero mátame que ahora mismo... no caigo, ni aunque me fuese la vida en ello

de que me suena Chicas... ¿jugamos? - Página 3 653327

Vale, pista: La autora es J.H.

y ahora trozo:

XY la besó larga y dulcemente sobre los duros asientos de plástico, rodeados de niños en el gélido ambiente de la pista de patinaje. XX le devolvió el beso llena de gozo y felicidad. Salieron de su ensoñación por el ruido de los aplausos. HIJA y Niña estaban sobre la barandilla de la pista, con una amplia sonrisa de satis—facción en sus rostros.

—¿Podemos ser las damas de honor?

—Idos —les ordenó XY, sin soltar a XX—, Aún no le he pedido que se case conmigo.

—Oh, papá... ¿pero qué has estado haciendo entonces? —protestó HIJA—. Te vas a casar con él, ¿verdad, XX?

—¿Quién me lo está proponiendo exactamente? —replicó XX, riendo a carcajadas.

—Bueno, efectivamente dijiste que preferías que te pidieran en matrimonio en un lugar concurrido en vez de en un restaurante a la luz de las velas. ¿Te gustaría que buscara un micrófono para que se enterara todo el mundo? —le preguntó XY.

—¡No! —exclamó ella, medio divertida, medio horrorizada—, ¡Ya es bastante público con dos testigos!

—Muy bien. ¿Te quieres casar conmigo, XX?

—Di que sí —susurró Niña.

—Sí —respondió obedientemente XX.

—Ahora, ¿queréis marcharos? —les ordenó XY a las dos niñas—. Sería muy agradable poder besar a XX una vez sin espectadores.

Las niñas se echaron a reír y se marcharon patinando. Habían cumplido su misión.

—No te olvides del anillo, papá —le recordó HIJA por encima del hombro.

—¿Qué anillo? —preguntó XX, unos minutos después, cuando terminaron de besarse—. ¡Debías de estar muy seguro de que yo iba a aceptar!

—No —respondió XY, muy serio—. Simplemente estaba esperanzado. Además, es el que ya conoces —añadió, sacando la caja que contenía el anillo de zafiros. Lo extrajo y se lo colocó a XX en el dedo—. En realidad, no estaba seguro de que EXMUJER se fuera a fijar aquella noche si llevabas anillo o no. Fue sólo una excusa. Quería verte llevando mi anillo. Cuando me lo devolviste, fue como si me hubieras abofeteado.

—Lo siento... —musitó ella, antes de volver a besarlo—, No te lo volveré a rechazar.

Siguieron allí sentados a pesar del frío. XX se acurrucó a XY para entrar en calor.