Clarence y su hermana pequeña Amy son princesas, pero recorren toda Gran Bretaña, de pueblo en pueblo, como dos fugitivas. Sobreviven vendiendo ungüentos y esperando que, algún día, puedan regresar al pequeño reino de los Pirineos donde la revolución acabó con su vida de cuento de hadas. Con el tiempo, las dos jóvenes han aprendido a defenderse tanto del hambre como de las atenciones no deseadas de los hombres.

Pero todas las defensas de Clarice parecen tambalearse tras el encuentro con Robert MacKenzie, conde Hepburn. En sus ojos, la princesa reconoce la promesa de un amor para el que no la preparó su infancia en Palacio... pero también la sospecha de que aquel hombre apuesto y silencioso guarda en mente para ella un plan inconfesable. Arrastrada hasta el castillo de Robert, se convierte en peón de un juego que el conde lleva mucho tiempo planeando. Pero, algunas veces, hasta un peón puede decidir la partida.

Criada entre algodones en su idílico reino en los Pirineos, la princesa náufrago, hasta las playas de la pequeña isla de Summerwind. Y allí Amy ha decidido poner fin a la injusticia que sufren las buenas gentes que la han acogido y ayudado sin pedir nada a cambio.

Aunque para ello tenga que raptar al mismísimo marques de Northcliff y pedir rescate por él a su tío. Claro que el plan no contaba con que el secuestrado fuera un hombre tan atractivo y persuasivo, ni con que su tío estuviera más que contento de librarse de él para poder heredar.

Mantener cautivo al enérgico y sensual marqués va a ser un desafío para la princesa... y un reto para su virtud.

Sorcha, heredera al trono de Beaumontagne, decide dejar el convento escocés donde ha encontrado refugio durante años e intenta regresar a su hogar, del que tuvo que huir junto a sus hermanas, acosadas por la revolución.

Para afrontar los peligros del camino, acepta la escolta de Arnaud, un rudo y valeroso pescador que le resulta extrañamente familiar. Poco imagina que bajo el disfraz de su acompañante se encuentra el príncipe Ragnier, al que la prometieron siendo niña, y que ha llegado a Inglaterra dispuesto a todo para recuperar su reino; incluso, si es necesario, raptar a la princesa.

Mientras se las ven con todo tipo de rufianes, Ragnier descubre que Sorcha poco se parece a la niña mimada que conoció tanto tiempo atrás.